IV.¿Cómo se hace uno santo?
“Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo”, dice el Señor en el Levítico y con ello apunta probablemente a la aserción teológica de la identidad de la imagen del hombre que, por eso, debe aspirar a la perfección “como es perfecto vuestro Padre celestial”. En este sentido Pablo denomina “santos” a todos los miembros de la comunidad. Por su parte, los mormones reivindican el mismo significado de la palabra cuando se autocaracterizan como “santos de los últimos días”.
Según J.E.Stadler: “Para ser santo en la Iglesia triunfante (en el cielo) basta la observación fiel y perseverante hasta la muerte de los mandamientos de Dios; pero para ser reconocido como santo en la Iglesia combatiente (en la tierra), además de la excelsa vida santa de un siervo de Dios, auténticamente piadoso, son indispensables todavía después de su muerte señales y milagros que Dios ejecuta a petición suya y mediante los cuales Éste manifiesta su voluntad de que su siervo y amigo sea reconocido y venerado como santo en la tierra”.
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