Se convoca a los artistas visuales de cualquier disciplina y de cualquier parte del mundo a realizar obras de pequeño formato que se puedan exhibir y vender a manera de souvenirs (tarjetas postales, ceniceros, platos, camisetas, condones, llaveros, etc.) y que aborden de una manera crítica los temas religiosos relacionados con la canonización y beatificación.
La exhibición y venta de las imágenes y objetos recibidos se realizará en España, Italia y México. La primera exposición y venta de las imágenes y objetos recibidos se realizará en Navarra (España)  en el mes de Junio del 2011.Los proyectos de producción de imágens y objetos, así como las dudas sobre MEMORABILIA, deberán de enviarse al correo electrónico: memorabilia11@gmail.com
Si chiamano a partecipare tutti gli artisti visuali, di qualsiasi disciplina y di qualsiasi parate del mondo, a realizzare opere, de piccolo formato y riproducibili, che siano dei souvenir relazionati, in maniera critica, ai tema religiosi della canonizzazione e della beatificazione.
La esposizione e vendita delle opere (immagini o oggetti come: cartoline, t-short, portachiavi, preservativi etc...)  si realizzerˆ in Spagna, Italia e Mexico. La prima esposizione si realizzerˆ in Spagna nella regione di Navarra nel mese di giugno 2011.Per maggiori informazioni e per inviare i progetti (entro il 15 marzo 2011) rivolgersi alla seguente email : memorabilia11@gmail.com

Divinidad de la Iglesia

¿Cómo puede la institución-Iglesia con características autoritarias, absolutistas y excluyentes, perpetuarse en la historia?
 La ideología dominante responde: "Sólo porque es divina". En realidad, este ejercicio de poder no tiene nada de divino.
En la Iglesia no se tolera la crítica ni la creatividad, consideradas negativas o denunciadas como creadoras de una Iglesia paralela o de otro magisterio.
Se usa la violencia simbólica del control, de la represión y del castigo, frecuentemente a costa de los derechos humanos. Los pecados y crímenes de los sacerdotes pedófilos u otros delitos, como los financieros, se mantienen ocultos para no perjudicar el buen nombre de la Iglesia, sin el menor sentido de justicia hacia las víctimas inocentes.
Se mitifican y casi se idolatran las autoridades eclesiásticas, principalmente el Papa, luego se canonizan figuras cuyas virtudes se encuadran en el sistema, como la obediencia ciega, la continua exaltación de las autoridades y la jerarquía, muy al estilo fascista.
Hay personas y cristianos de naturaleza autoritaria que aprecian por encima de todo el orden, la ley y el principio de autoridad en detrimento de la lógica compleja de la vida que tiene sorpresas y exige tolerancia y adaptaciones. Ellos secundan este tipo de Iglesia, así como los regímenes políticos autoritarios y dictatoriales. Es más, hay una estrecha afinidad entre los regímenes dictatoriales y la Iglesia-poder, tal como se ha podido ver con los dictadores Franco, Salazar, Mussolini, Pinochet y otros.

III.¿Qué son los santos?

III.¿Qué son los santos?

Tenemos una gran ignorancia de lo que en el fondo son.
¿Es el santo un héroe espectacular?
No siempre, ni mucho menos, hay muchos santos que no hicieron nada extraordinario en sus vidas.
¿Y la perfección?
Tampoco, se puede ser un disminuido psíquico o un neurótico y, aún un psicótico y tener lo suficiente para hacer de él un santo.
¿Son tristes los santos?
El más grande predicador de la Edad Media, que las masas oían embobadas durante horas, san Bernardino, “nunca cesaba de reír y bromear”.
¿Eran unos severos huidizos de los placeres de la naturaleza?
No podemos decir eso de san Francisco de Asís o de san Ignacio, que aprovechaban los momentos libres para contemplar el campo y la noche, y sobre todo, las flores.

Esto podemos decir de los santos, que viven como los demás y son humanos; aunque movidos por un resorte que sólo la poesía y la leyenda pueden descubrir.
Ya solo muy pocos están convencidos de la acción milagrosa ejercida por los restos mortales de los santos, si bien un cierto potencial de fe parece que nunca llega a perderse por completo, a pesar de la tendencia ininterrumpida a la secularización. Dicho potencial busca su orientación en otros ámbitos, como por ejemplo en la subcultura esotérica, en los sanadores de espíritus, los astrólogos o los ocultistas de las más diversas disciplinas.

IV.¿Cómo se hace uno santo?

IV.¿Cómo se hace uno santo?


“Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo”, dice el Señor en el Levítico y con ello apunta probablemente a la aserción teológica de la identidad de la imagen del hombre que, por eso, debe aspirar a la perfección “como es perfecto vuestro Padre celestial”. En este sentido Pablo denomina “santos” a todos los miembros de la comunidad. Por su parte, los mormones reivindican el mismo significado de la palabra cuando se autocaracterizan como “santos de los últimos días”.

Según J.E.Stadler: “Para ser santo en la Iglesia triunfante (en el cielo) basta la observación fiel y perseverante hasta la muerte de los mandamientos de Dios; pero para ser reconocido como santo en la Iglesia combatiente (en la tierra), además de la excelsa vida santa de un siervo de Dios, auténticamente piadoso, son indispensables todavía después de su muerte señales y milagros que Dios ejecuta a petición suya y mediante los cuales Éste manifiesta su voluntad de que su siervo y amigo sea reconocido y venerado como santo en la tierra”.

V.La canonización y la beatificación.

V.La canonización y la beatificación.

A consecuencia de los grandes movimientos iconoclastas en el ámbito de la Iglesia de Oriente, en gran medida gracias a la ayuda de Carlomagno, se precisó con detalle la clase de culto que corresponde a los santos. Según la fórmula válida hasta hoy, los santos, así como sus reliquias, se veneran, mientras que a María se le reconoce la hiperdulia y sólo al Dios trinitario la latría, adoración. Tampoco se invoca al santo o a la santa para que realice un milagro por cuenta propia, sino que por intercesión suya ante Dios, éste permite que ocurra un milagro.

Con el decretal Audivimus de Alejandro III (siglo XII), se reclamó el derecho único del Papa a llevar a cabo la canonización.
Se elevó sobre todo el nivel que permitía reconocer un milagro como tal mediante la declaración de testigos jurados. Con este método se trataba fundamentalmente de confirmar la legitimidad de la veneración pública de un determinado “siervo de Dios”. Pero dado que los obispos seguían insistiendo en permitir un culto público a “siervos de Dios”, se fue estableciendo paulatinamente la diferencia entre “beato” (beatus), que los obispos hacían constar mediante una “beatificación” y “santo” (sanctus), que se hacía constar aplicando el método papal de canonización.